ISAAC VILLAMIZAR
Es la lengua nacional de Italia. También se habla al sur de Suiza, donde es reconocido como idioma oficial. La Ciudad de El Vaticano y San Marino también lo tienen como su idioma. Existen entre 70 y 110 millones de hablantes del italiano en el mundo. Fue el primer idioma internacional de la Edad Moderna en Europa, pues en el siglo XVI se instituyó la cátedra originaria para la enseñanza del italiano a extranjeros, precursora de su género entre todos los idiomas europeos.
La lengua italiana es una de las lenguas románicas de la familia indoeuropea. Se trata de una única lengua, pero con numerosos dialectos. Es heredera directa del latín que hablaban los romanos e impusieron a cuantos pueblos estuvieron bajo su imperio. Fue en Italia donde precisamente se dio con mayor intensidad, en la edad media, la pugna entre el latín como lengua culta escrita, aunque muerta, y las lenguas que proceden de él como populares y habladas, y por lo tanto vivas. Dentro de las lenguas romances se encuentra la vertiente occidental, en la cual se comprende las lenguas galo italianas (lombardo, piamontés, emiliano o boloñés, romañolo y ligur), y las ramas ítalo dálmata, que incluyen el extinto dálmata, el siciliano, calabrés, napolitano, y el propio italiano o “toscano”, más propiamente dicho. El reconocimiento oficial del estado italiano a esta lengua impone obligaciones para su protección, preservación y promoción, bajo la Carta Europea de Lenguas Minorizadas y Regionales. También reconoce como lenguas regionales al sardo en Cerdeña y al friuliano en la región de Friuli-Venecia Julia.
El dialecto toscano alcanzó preponderancia durante el siglo XIV, dada la situación geográfica central de la Toscana, y el hecho de ser Florencia la ciudad más influyente en el orden comercial y cultural. Por otra parte, el toscano es el dialecto que menos se aparta morfológica y fonológicamente del latín clásico, a lo que se debe agregar que la cultura florentina ha albergado a tres grandes representantes del pensamiento y alma italiana durante la edad media y el temprano renacimiento, como Dante, Petrarca y Boccaccio.
El italiano moderno ha aceptado los cambios inevitables de cualquier lengua viva, y los dictámenes de la Academia Della Cruscca, fundada en 1553 como la autoridad oficial en materia lingüística para los
italianos, han normado con éxito la regulación del idioma, tomando en cuenta tanto el purismo clásico, como la lengua viva toscana. El italiano contemporáneo conserva algunas propiedades del latín, pero su léxico ha sufrido los cambios necesarios para nombrar las condiciones de vida de sus hablantes. Los cambios fonéticos habidos desde el latín están reflejados en su ortografía, que es prácticamente fonética, por lo que cualquiera que sepa latín o cualquier lengua románica, aprende italiano con facilidad. La diferencia más notable que existe entre el italiano y el español reside en la formación de sus plurales, que no se realizan añadiendo s o es, sino que los femeninos terminan en e y los masculinos en i.
Existen comunidades italofónicas en Inglaterra, Bélgica, la ex-Yugoslavia, Francia (Córcega y Niza), Mónaco, Malta, Argentina (1,5 millones), Uruguay, Brasil, Venezuela, Chile, México, Colombia, Estados Unidos (1 millón de hablantes en las grandes ciudades), Canadá, Australia, y las ex colonias italianas en Africa, como Etiopía, Eritrea, Somalia y Libia.