20071230

INDICE

20070318

Praga

Se le llama “la ciudad de las cien cúpulas”, “la ciudad dorada”, “la madre de todas las ciudades”, “el corazón de Europa”. Está ubicada a orillas del río Moldava, tiene un millón doscientos mil habitantes y el núcleo principal de la ciudad está incluido en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1992.

Conocí a Praga o “Praha” en checo, cuando era la capital de la antigua Checoslovaquia. Eran las 8 de la noche del sábado 17 de Agosto de 1974, cuando entraba a esta hermosa ciudad. Me hospedé en el Park Hotel, ubicado en un sector tranquilo y agradable de la urbe. Una tormenta, al comenzar la noche, había arrasado con los árboles y postes de las calles. Al día siguiente, domingo 18, en la mañana, tomamos el city sightseeing o excursión por los lugares históricos y atractivos de Praga. Fue fundada a finales de siglo IX. Se convirtió en el asentamiento de los reyes de Bohemia. La ciudad tuvo un auge en el siglo XIV con el reinado de Carlos IV, quien ordenó la construcción de la nueva ciudad y, durante la dominación austrohúngara, en el siglo XIX, se convirtió en el centro del nacionalismo checo. Su actividad intelectual y cultural brilla con luz propia.

Nos dimos al placer de recorrer la Plaza de la Ciudad Vieja, en la cual se combina una arquitectura que la hace acreedora de esa herencia cultural de la UNESCO. El color rojo de los techos de los edificios de esta zona es muy peculiar. Representa esta plaza el antiguo entronque de rutas, el mercado medieval y el núcleo original de la población. Me parece que, junto con las plazas centrales de Bruselas y de Brujas, ésta es de las que más a mi gusto arquitectónico he conocido en Europa. Está llena de historia. En esta plaza se vivieron rebeliones y decapitaciones en el siglo XVII; aquí se alzaron contra los alemanes los patriotas en 1945; y posterior a mi viaje, aquí se proclamó, en 1990, el retorno del territorio a la democracia. En la plaza está la Iglesia de San Nicolás uno de los símbolos de la ciudad, barroca, de la primera mitad del siglo XVIII, así como el popular edificio del Ayuntamiento. Asimismo, la Iglesia Tyn, se asoma a la plaza, sobre unos edificios de menor porte. La iglesia Tyn es la construcción gótica más notable de Praga, aunque fue terminada y remodelada, en parte, en estilo barroco. Son especialmente llamativos los afilados pináculos de las torres que se asoman a la Plaza de la Ciudad Vieja. En su interior está enterrado Tycho Brahe, un notable astrónomo.

El Castillo de Praga, la Catedral de San Vito, la catedral gótica más antigua de Europa central, y el Puente de Carlos son de los monumentos simbólicos de Praga. Durante la tarde volvimos a realizar este recorrido y nos detuvimos en este puente. Praga es famosa por sus puentes y, éste, en particular, es necesario recorrerlo completamente a pie, para apreciar todas sus estatuas. Allí pude notar que el puente, en todo su recorrido, está lleno, a cada lado, de figuras de santos. Entre otros, se alzan las estatuas de San Ivo, Santa Bárbara, Margarita y Elizabeth, la Piedad, San José y Jesús, San Francisco Javier, Santa Ludmila con el niño San Wenceslao, el Gólgota, Santa Ana, San Cirilo y Metodio, San Juan Bautista, San Juan Nepomuceno, San Antonio de Padua, San Tadeo, San Agustín, San Cayetano, San Vito, y San Cosme y Damián. Especial referencia debo hacer de la estatua de San Cristóbal. Es una emoción, sólo descriptible allí mismo, apreciar este santo, que me recordó a mi ciudad natal. Se yergue imponente, sobre un grueso pedestal, con el niño Dios en su hombro derecho, de tal forma que pareciera recorrer el río Moldava. Porta una capa gruesa a su espalda. Es perfecto el diseño de su musculatura, que afirma su carácter de gigante, y el báculo, en su mano izquierda, lo hace ver más fuerte y firme.



El Castillo de Praga es otro emblema de la ciudad. Es uno de los más notables, suntuosos y alegóricos vestigios del gran pasado histórico, cultural y social de la capital de la República Checa. Fundado en el siglo IX, fue la residencia de los reyes de Bohemia, de los emperadores del Sacro Imperio Romano, de los presidentes de Checoslovaquia y presidentes de la República Checa, desde 1993. En él se encuentran las joyas de la corona de Bohemia. Con 570 metros de largo y 130 metros de anchura media, es considerada la mayor fortaleza medieval del mundo.


La Catedral de San Vito (Katedrála Svatého Víta, en idioma checo) forma parte del conjunto artístico monumental del Castillo de Praga y es la mayor muestra del arte gótico de la ciudad. Desde 1989 se dedicó al culto de San Vito, San Wenceslao y San Adalberto. Ha sido el escenario de la coronación de todos los reyes de Bohemia, y en su interior se encuentran enterrados todos los reyes, santos obispos y arzobispos. La catedral, aunque católica, es, desde su inicio, en el siglo XIV, de propiedad estatal. Este templo es el símbolo de Praga y de toda la República Checa, tanto por su historia tempestuosa, como por su valor artístico. Fue la culminación de las reivindicaciones de los reyes de Bohemia, que quisieron convertir la Diócesis de Praga en Arzobispado. La primera piedra fue colocada el 21 de noviembre de 1344 por el arzobispo de Praga, Ernesto de Pardubice, en presencia del rey Juan de Luxemburgo y de sus hijos, Carlos (futuro Carlos IV de Bohemia) y Juan. Se erigió en el mismo lugar en el que antiguamente se hallaban una rotonda románica y una basílica, dedicadas, asimismo, a San Vito, de las que todavía quedan restos. Pude observar que la fachada oeste está decorada con estatuas de catorce santos, junto la del rey Carlos IV. En las puertas de este sector se representan las vidas de San Adalberto y San Wenceslao. El Rosetón dibuja la Creación. En la fachada sur se destaca la Puerta Dorada, que debe su nombre al fondo rojo y dorado de los mosaicos venecianos, y en ella se representa el Juicio Final. La torre principal, situada en esta fachada sur, tiene 99 metros de altura y está coronada por una cúpula renacentista, construida en 1770. El Altar Mayor fue elaborado entre 1868 y 1873, y es de estilo neogótico, pero conserva detalles renacentistas del siglo XVII. Los relieves de madera fueron realizados entre los años 1625 y 1650. El de la izquierda representa la huida de un rey de un invierno y el de la derecha una vista de Praga del año 1620. También se puede visitar la tumba de San Juan Nepomuceno, construida en plata en 1736. Fue encargada por Carlos VI y financiada por suscripción popular. La dinámica de la obra remarca la apoteosis del santo. En el Panteón Real se encuentran los restos de Carlos IV de Bohemia, sus hijos y su mujer; los del rey Wenceslao IV, Ladislao el Póstumo, Joseph de Poderbrady, Rudolf II y María Amelia, hija de la Emperatriz María Teresa de Habsburgo. Como colofón de esta visita pudimos deleitar la mirada con los hermosos vitrales de la catedral de San Vito. Son de la época de la Primera República Checoslovaca, por lo que parte de su significado religioso contiene un importante simbolismo del estado checoslovaco que, por aquel entonces, acababa de independizarse del Imperio Austrohúngaro. Al obtenerse el financiamiento de la burguesía checoslovaca, se recurrió a los más importantes maestros cristaleros de Bohemia para realizar esta obra de arte. Sobresalientes son los vitrales del presbiterio y los de la Puerta Dorada, que representan el Juicio Final, con referencias a la historia checa.

Después de terminar a las 5 y 30 p.m. con esta excursión por Praga, en la noche cenamos en un acogedor restaurante en el cual disfrutamos de una presentación moderna y vistosa, llamada “The magic lighter”. Al día siguiente, lunes 19 de Agosto de 1974, me despediría de esta fascinante urbe europea, en la que el pasar de los siglos ha dejado imborrables huellas en su rostro.


El Italiano

ISAAC VILLAMIZAR

Es la lengua nacional de Italia. También se habla al sur de Suiza, donde es reconocido como idioma oficial. La Ciudad de El Vaticano y San Marino también lo tienen como su idioma. Existen entre 70 y 110 millones de hablantes del italiano en el mundo. Fue el primer idioma internacional de la Edad Moderna en Europa, pues en el siglo XVI se instituyó la cátedra originaria para la enseñanza del italiano a extranjeros, precursora de su género entre todos los idiomas europeos.

La lengua italiana es una de las lenguas románicas de la familia indoeuropea. Se trata de una única lengua, pero con numerosos dialectos. Es heredera directa del latín que hablaban los romanos e impusieron a cuantos pueblos estuvieron bajo su imperio. Fue en Italia donde precisamente se dio con mayor intensidad, en la edad media, la pugna entre el latín como lengua culta escrita, aunque muerta, y las lenguas que proceden de él como populares y habladas, y por lo tanto vivas. Dentro de las lenguas romances se encuentra la vertiente occidental, en la cual se comprende las lenguas galo italianas (lombardo, piamontés, emiliano o boloñés, romañolo y ligur), y las ramas ítalo dálmata, que incluyen el extinto dálmata, el siciliano, calabrés, napolitano, y el propio italiano o “toscano”, más propiamente dicho. El reconocimiento oficial del estado italiano a esta lengua impone obligaciones para su protección, preservación y promoción, bajo la Carta Europea de Lenguas Minorizadas y Regionales. También reconoce como lenguas regionales al sardo en Cerdeña y al friuliano en la región de Friuli-Venecia Julia.

El dialecto toscano alcanzó preponderancia durante el siglo XIV, dada la situación geográfica central de la Toscana, y el hecho de ser Florencia la ciudad más influyente en el orden comercial y cultural. Por otra parte, el toscano es el dialecto que menos se aparta morfológica y fonológicamente del latín clásico, a lo que se debe agregar que la cultura florentina ha albergado a tres grandes representantes del pensamiento y alma italiana durante la edad media y el temprano renacimiento, como Dante, Petrarca y Boccaccio.

El italiano moderno ha aceptado los cambios inevitables de cualquier lengua viva, y los dictámenes de la Academia Della Cruscca, fundada en 1553 como la autoridad oficial en materia lingüística para los

italianos, han normado con éxito la regulación del idioma, tomando en cuenta tanto el purismo clásico, como la lengua viva toscana. El italiano contemporáneo conserva algunas propiedades del latín, pero su léxico ha sufrido los cambios necesarios para nombrar las condiciones de vida de sus hablantes. Los cambios fonéticos habidos desde el latín están reflejados en su ortografía, que es prácticamente fonética, por lo que cualquiera que sepa latín o cualquier lengua románica, aprende italiano con facilidad. La diferencia más notable que existe entre el italiano y el español reside en la formación de sus plurales, que no se realizan añadiendo s o es, sino que los femeninos terminan en e y los masculinos en i.

Existen comunidades italofónicas en Inglaterra, Bélgica, la ex-Yugoslavia, Francia (Córcega y Niza), Mónaco, Malta, Argentina (1,5 millones), Uruguay, Brasil, Venezuela, Chile, México, Colombia, Estados Unidos (1 millón de hablantes en las grandes ciudades), Canadá, Australia, y las ex colonias italianas en Africa, como Etiopía, Eritrea, Somalia y Libia.

20070211

El Portugués

ISAAC VILLAMIZAR

El actual idioma procede del galaico-portugués y está muy vinculado con el gallego. El galaico-portugués o gallego-portugués era la lengua romance hablada durante la Edad Media, en toda la franja nordoccidental de la Península Ibérica, desde el Mar Cantábrico, hasta el río Duero.

El portugués desciende de una variedad del latín vulgar que se hablaba en el Imperio romano. Particularmente lo utilizaban los soldados romanos y colonos a inicios del siglo III aC. Esta variedad difería del latín clásico, que era una lengua literaria. Tras la caída del Imperio romano, con las invasiones bárbaras del siglo V, el portugués se comenzó a diferenciar de otras lenguas romances. Se empezó a utilizar en documentos escritos en el siglo IX, y a partir del siglo XV comenzó a ser una lengua madura con bastante literatura. Debido a que el portugués volvió a recibir la influencia del latín, muchas palabras originales de este idioma son todavía familiares para los hablantes portugueses. El idioma tiene influencia de términos germánicos, como por ejemplo “Barao” (barón) y “Ganar” (waidanjan). Igualmente, existen cerca de 1000 palabras en léxico portugués de procedencia árabe, como por ejemplo, “aldeia” (aldea) de aldaya, “almofada” (almohada) de almukhadda, “azeite” (aceite de oliva) de azzait, y “Garrafa” (botella) de garrafá.

Según los portugueses, a pesar de su arraigo, fueron descubriendo nuevas tierras, se extendió el contacto lingüístico de hablantes del portugués con lenguas que, hasta entonces, desconocían. De esta manera la lengua se vio influida por idiomas no europeos ni árabes. Muchos nombres de localidades y de animales brasileños son de procedencia amerindia. Lo mismo ocurre en Angola y Mozambique, con las lenguas bantúes locales.

El portugués tiene una complejidad en su estructura fonética. Posee nueve vocales, cinco vocales nasales y 25 sonidos consonánticos. Además, es una lengua de acentuación libre, ya que existen distintas pronunciaciones, incluso dentro del mismo dialecto. El portugués es la lengua oficial de Portugal y sus antiguas colonias, excepto Goa y Damán y Diu, pero sólo se habla por toda la población en Portugal y Brasil. En el resto es hablado por lo general como segunda lengua. Sin embargo, en Mozambique el 6,5 % de la población ha declarado que lo tiene como lengua materna, y en Angola esta proporción llega al 40 %. En Cabo Verde la gran mayoría de la población habla un dialecto criollo del portugués. En la región china de Macao, colonia lusitana, el portugués es muy poco hablado, a pesar de ser oficial junto al chino. En Timor Oriental, por haber estado bajo la influencia de Indonesia, el uso de este idioma se ha reducido notablemente, a pesar de su carácter oficial. El portugués es hablado por los inmigrantes portugueses y brasileños en todo el mundo.

Entre el portugués brasileño y el portugués europeo hay diferencias de vocabulario, pronunciación y sintaxis, especialmente entre los hablantes populares. Sin embargo hay semejanzas en sintaxis, pronunciación y simplificación gramatical entre parlantes vernáculos brasileños y vernáculos del portugués angoleño. Pero no hay diferencia alguna entre el estándar europeo y el portugués angoleño. El portugués de Coimbra es considerado el dialecto más estandarizado. A pesar de todo esto, se puede afirmar que una conversación entre un angoleño, un brasileño y un portugués de áreas rurales, puede fluir sin dificultad, luego que uno se adapta al habla del otro.

En Venezuela la lengua lusitana es usada por casi toda la población de Santa Elena de Uairén, fronteriza con Brasil. Lo mismo ocurre con los habitantes de la triple frontera Argentina, Brasil y Paraguay, en la región norte de Uruguay, y en algunas regiones al este y al norte de Bolivia. isaacvil@yahoo.com

El Inglés

ISAAC VILLAMIZAR

Aunque mucha gente no lo sabe, el inglés no es originario de Inglaterra. Nació en el norte de Europa, con raíz germánica. Las tribus que emigraron del norte de Alemania y de lo que hoy es Dinamarca, lo llevaron a Inglaterra. Estas tribus, de frisones, anglos, sajones y jutos, dominaban la lengua sajón antiguo. En el año 449, Vortigern, rey de las Islas Británicas, invitó a aquellas tribus, dirigidas por Hengest y Horsa, para que le ayudaran contra los pictos. A cambio, a los anglos se les concedieron tierras en el suroeste. Más tarde, al aumentar los colonos, se establecerían siete reinos: Northumbria, Mercia, Anglia Oriental, Kent, Essex, Sussex y Wessex.

Los invasores germánicos dominaron a los habitantes de habla Celta, cuyo idioma subsistiría en Escocia, Gales e Irlanda. Los dialectos de los invasores formarían lo que se habría de llamar inglés antiguo, que fue un idioma muy similar al frisón moderno. Este inglés antiguo tuvo una fuerte influencia de otro dialecto germánico, el noruego antiguo, hablado por los vikingos, asentados en el noroeste de Gran Bretaña. Las palabras inglesas English (inglés) y England (Inglaterra) se derivan de palabras que se referían a los anglos: englisc y Englaland. Durante los 300 años posteriores a la conquista normanda de Inglaterra, en 1066, los reyes de Inglaterra hablaron solamente el francés, idioma que se empleó como lengua de la corte. Se asimiló en el inglés antiguo una gran cantidad de palabras francesas, algunas de las cuales formaron dobletes con palabras sajonas. Al perder la mayoría de sus inflexiones, el inglés antiguo se transformó en inglés medio. Y alrededor de 1500, el desplazamiento vocálico convirtió el inglés medio en idioma moderno, el cual surgiría en la época de Shakespeare.

El inglés es uno de los idiomas de mayor uso en el mundo. Estimaciones recientes sugieren que cerca de 375 millones de personas hablan inglés como su primer idioma, y otros 375 millones lo hablan como su segunda lengua. Estados Unidos tiene la mayor cantidad de angloparlantes – más de 226 millones hablan el inglés como lengua materna – aunque existen muchos dialectos en otros países. Europa tiene el inglés británico y el irlandés. En América se habla el inglés estadounidense, que tiene a su vez varios dialectos, el inglés canadiense, el caribeño, el jamaiquino, el de Terranova y el Spanglish. En Oceanía existen el inglés australiano y el neozelandés. En Asia se encuentra el inglés asiático, el Manglish, el Singlish y el inglés filipino. En Africa se escucha el inglés liberiano y el sudafricano. Las principales aerolíneas del mundo y el comercio internacional también han adoptado el inglés como el idioma oficial. Más del 80 % de la información electrónica almacenada del mundo está en inglés. Las dos terceras partes de los científicos del planeta leen en dicho idioma. Del total estimado de 40 millones de usuarios de Internet, un 80 % se comunica actualmente en esta lengua.

El inglés es idioma oficial o tiene estatus especial en unos 75 territorios en todo el mundo. Venezuela está rodeada de países que lo han adoptado como su idioma oficial. Santa Lucía. San Kitts y Nevis, Granada, San Vicente y las Granadinas, Trinidad y Tobago, y Guyana son algunos de ellos. isaacvil@yahoo.com

El Chino

ISAAC VILLAMIZAR

El idioma chino (hanyu) es la lengua más hablada del mundo, con más de novecientos millones de hablantes (una quinta parte de la población mundial) como lengua materna. Es hablado en China, Taiwán, Singapur, Hong Kong y Malasia. El chino pertenece a la familia de las diversas lenguas chinas, que a su vez forman parte de la familia sino-tibetana.

En una primera etapa, existió el chino arcaico, del siglo XIV al XI a.C., evidenciado de las inscripciones oraculares en huesos y caparazones de tortugas. Las inscripciones más remotas proceden de la dinastía Shang (1.400 a.C). De ellos hay 2000 caracteres que han sido identificados. Posteriormente vino el chino clásico (wenli), que cubre desde el siglo IX a.C. al VIII d.C., una etapa cumbre en la lengua y literatura china. Este período comprende las vidas y obras de Confucio, Mencio, Lao Tsé, Han Fei, Mo Tsu y Chuan Tzu, sólo por mencionar seis filósofos que tuvieron gran influencia en el pensamiento chino. Luego surge el chino moderno, que retiene esencialmente el vocabulario y morfología del chino clásico, pero enriquecido y adaptado para el uso de la sociedad moderna. Durante las dinastías Sung-Yuan (S XII al XIV d.C), el habla sencilla báihuá, que era una forma de chino más cercana a la lengua hablada que el estilo wenli literario, comenzó a usarse con propósitos literarios y fue el vehículo para la prosa narrativa de las grandes novelas Ming. Con el establecimiento de la República en 1911, se busca la normalización de la lengua nacional y la sustitución de la escritura china por otra de carácter alfabético. En 1949, la báihuá, conocida ahora como potunghua o lengua común, fue adoptada oficialmente como la lengua nacional de la República Popular China.

La lengua china está compuesta por una enorme gama de dialectos, pues cubre una inmensa extensión de territorios y etnias. Estas grandes variedades son muy diferentes la una de la otra. Los dialectos de los diversos grupos son mutuamente ininteligibles, incluso dentro de su propio grupo, tal como el Wu o el Yue, hablantes de las zonas rurales, quienes pueden fallar en entenderse unos a otros. Normalmente se agrupan siete variantes de la lengua china, que son lenguas en mismas. El Mandarín, lengua oficial de la República Popular China, es hablado por un 70 % de la población china (836 millones de parlantes); el Wu, hablado por un 7,5 % (77 millones); el Yué o Cantonés, hablado en China en las provincias de Guangdong y Guangxi, además de Malasia, Vietnam, Macao, Singapur, Indonesia, Tailandia y pequeñas comunidades en otras partes (71 millones); el Min, hablado en Fuijian, partes de Guangdong, Taiwán, Hainán y costa meridional (60 millones); el Xiang, hablado en la provincia de Húnán (36 millones); el Hakka o Kéjia, esparcido por el sur de China y hablado por un 2,5 % (34 millones); y el Gán, hablado en la provincia de Jiangxi y en el sureste de Húbei por el 2 % de la población (32 millones).

El chino es la lengua aislante por excelencia. Todas sus palabras son monosilábicas. Es tonodistintiva y es una lengua analítica, es decir, no tiene flexión verbal, porque sus morfemas son palabras con significado propio. isaacvil@yahoo.com

El Castellano

ISAAC VILLAMIZAR

El idioma es un instrumento de unión, de paz y armonía entre los pueblos. Remota ha sido la ambición de utilizar un idioma común. La cristiandad medieval estuvo unida por el idioma oficial, el latín, que se empleaba para todos los asuntos internacionales. Pero el campesinado, inmerso en su propio mundo, apenas consciente de la existencia del país vecino, hablaba en sus dialectos locales. En los siglos XVII y XVIII el francés se impuso como idioma de la sociedad culta, desde Moscú hasta Madrid. Y en 1889, el oculista polaco Ludwig Zamenhof inventó el esperanto, en búsqueda de un idioma artificial para todo el orbe.

En cuanto al idioma castellano, éste sustituyó paulatinamente a las lenguas vernáculas de las regiones conquistadas y colonizadas. Fue uno de los principales elementos integradores que permitió la unificación cultural de los pueblos de Hispanoamérica. El idioma castellano es un derivado del latín, cuya estructura conserva en lo esencial. Llegó a España con los legionarios y colonos romanos en el siglo III a.c. Comenzó a formarse en la antigua Cantabria, y ya estaba en proceso de convertirse en lengua romance en la época de la invasión morisca en el 711. Al contacto con las lenguas ibéricas sufrió varias alteraciones, como la sustitución de la f inicial por la h aspirada (farina por harina). También se modificaron sonidos como las letras b, d, g, s, v. Las terminaciones arro, orro y urro son de origen vasco. La terminación iego proviene del celta aecu.

De los romanos el castellano adquirió unas 800 palabras germánicas y unas 4000 voces árabes, muchas de las cuales se reconocen por el prefijo al (alfiler, algodón). El establecimiento del reino de Castilla, a mediados del siglo X, con capital en Burgos, la Toma de Toledo en 1085 y la Reconquista, extendieron el castellano por toda la Península. Probablemente hacia el año 1140 apareció el primer gran monumento de la literatura castellana, que canta las gestas de Rodrigo Díaz de Vivar, el famoso Poema del mío Cid.

En los siglos XII y XIII el idioma castellano, que es el vínculo cultural más importante de la tierra ibérica, tuvo una marcada apropiación de términos franceses y luego asimiló numerosos italianismos. Alonso X, el Sabio, rey de Castilla y León, reemplazó el latín por el castellano en su cancillería. Al consolidar los Reyes Católicos la unión de Castilla y Aragón, en 1474, el castellano se convirtió en el idioma nacional de España.

Serán los místicos y los grandes líricos del siglo XVI, quienes contribuirán grandemente a la fijación de este idioma. A partir de este momento el castellano, al mismo tiempo que pasa a ser “español”, se convierte en idioma universal. Aquí es cuando adquiere, en lo esencial, su actual estructura. Se constituye definitivamente el sistema fonológico del idioma moderno, con la eliminación de las oposiciones sorda y sonora de las silbantes medievales, el nacimiento de la jota y zeta, así como el seseo andaluz e hispanoamericano. Su expansión en América le obliga a ampliar, de forma extraordinaria, su léxico, ante la necesidad de darle nombres a un mundo rigurosamente nuevo. isaacvil@yahoo.com

20070125

VIAJAR

ISAAC VILLAMIZAR

Desde muy pequeño siempre le escuché a mi padre que uno pudiera llegar a perder todo en la vida, menos lo que se aprendía en los viajes. Debe ser por eso que él se preocupó para que, desde esa corta edad, mi hermana y yo apreciáramos las maravillas que el mundo ofrece en los confines de sus provincias, poblaciones y continentes. Algo así tuvo que haber pensado Francis Bacon cuando expuso: “Los viajes, en la juventud, son una parte de la educación, y en la vejez una parte de la experiencia.” Es que no es lo mismo viajar como niño o adolescente, que hacerlo de adulto. Si la vida nos ofrece, como en nuestro caso, la ocasión de estudiar en el extranjero durante la infancia, indudablemente se aprende, no sólo un idioma, sino también una distinta manera de pensar y de analizar, se obtienen diferentes modales y costumbres; se determina para siempre una forma de conducirnos en el medio social; se va construyendo el espíritu y el conocimiento con diversos sistemas de educación formal e informal, que marcan inexorablemente la capacidad de aprendizaje, que luego se desarrollará en una edad mayor.

Viajar cuando, así sea por referencia, se conoce la trascendencia, el significado, la importancia histórica de lo que se va a encontrar, va consolidando esa experiencia, esas particulares vivencias, que califican a una persona como culta y educada. En razón de ello, se dice que la vida es un libro del que, quien no ha visto más que su patria, no ha leído más que una página.

Bolívar, Magallanes, Marco Polo, Julio César, Alejandro, Aníbal y Napoleón, recorrieron muchos pueblos. Con sus campañas expedicionarias y guerreras encontraron la gloria y la fama. Algo positivo siempre queda de los viajes. El conocimiento de nuevos países, nuevas personas, nuevas maneras de vivir, se adquiere con ellos. Miguel de Cervantes, en este sentido, apuntó: “El andar en tierras y comunicar con diversas gentes, hace a los hombres discretos. No hay ningún viaje malo, excepto el que conduce a la horca.” Y Benjamín Disraelí agregó: “Los viajes enseñan la tolerancia.”

Pero en realidad, ¿qué es viajar? Al respecto Anatole France ha respondido: “¿Cambiar de lugar? No. Cambiar de ilusiones y prejuicios.” ¿Y qué se busca en un viaje? Camilo José Cela lo ha descrito:

“Cuando viajo, lo que más me interesa es la gente, porque sólo hablando con ella se conoce el ambiente.” Sin embargo, Michel Montaigne no lo sabe: “A quienes me preguntan la razón de mis viajes les contesto que sé bien de qué huyo, pero ignoro lo que busco.”

Si se viaja en compañía, hay que saber con quién se hace. Así lo aconsejó Don Rómulo Gallegos: “No aceptes nunca como compañero de viaje a quien no conozcas como tus manos.” Por otra parte, por mucho que se viaje, el lar nativo o el hogar nos llama de regreso. Muy bien lo ilustró William Hazlitt en este pensamiento: “Me gustaría emplear toda mi vida en viajar, si alguien pudiera prestarme después otra vida para pasármela en casa.” Aunque parezca curioso y jocoso, los recién casados prefieren primero viajar que buscar el calor del nido. Así lo señala Paul Morand: “El viaje de novios me ha parecido siempre una de tantas comedias de nuestras costumbres. Se casan para fundar una hogar, y la primera cosa que hacen es desertar del mismo.”

Definitivamente, no es lo mismo viajar de manera eventual, que tomárselo como un pasatiempo, como un placer, como una constante aventura por el mundo, como parte integrante de nuestra vida. Alphonse Karr lo acotó: “No se viaja por viajar, sino por haber viajado.” Y Paul Bowles lo diferenció: “Mientras el turista se apresura por lo general a regresar a su casa al cabo de algunos meses o semanas, el viajero, que no pertenece más a un lugar que al siguiente, se desplaza con lentitud durante años de un punto a otro de la tierra.”

El puente Oresund que une Dinamarca con Suecia; el recorrido de nuevo en el tren de alta velocidad Eurostar, que en veinte minutos atraviesa el Erotunel por el Canal de la Mancha; el edificio del Centro Financiero Mundial, en Shanghai, el más alto del mundo; los islotes, atolones y arrecifes coralinos del paraíso tropical de la islas Fiji; la ruta desde el istmo de Corinto, en el Peloponeso, pasando en crucero por el mar de Creta y llegar hasta el mar Egeo, para disfrutar del mosaico de 2000 islas griegas, son parte de la búsqueda de nuestros sueños, el destino de nuestra imaginación, la visa en nuestro pasaporte visual al placer, que algún viaje, de esos que son para aprender, valorar y disfrutar, nos haría degustar aún más el sabor de la vida.

LUCERNA ENCENDIDA

ISAAC VILLAMIZAR

Venía conduciendo por la carretera nacional desde Zurich. Los canales de circulación eran impecables. Después de una hora de recorrido, siendo el día Sábado 11 de Agosto de 2001, entraba a una de las ciudades más espléndidas de Suiza. No imaginaría sino hasta conocerla plenamente, que sería para mí un rincón del mundo de los que más disfrutaría intensamente. Había planificado estarme un día aquí, pero por el influjo mágico de Lucerna me hizo pensar que este es un lugar para quedarse. En este itinerario de viaje del 2001, junto con París, Lucerna ha sido la ciudad que mayor atención ha captado en mí. En mi interior haría una promesa. De volver a Europa, de nuevo me extasiaría en los paisajes de Lucerna.

En mi criterio de viajero, el encanto de la ciudad lo compone una serie de elementos: su arquitectura, sus calles, sus puentes, y como colofón el espectacular Lago de Lucerna. Al salir de la urbe, el paseo lacustre por sus márgenes permite divisar unas aguas tranquilas, de un azul muy intenso, pinceladas con cisnes y veleros multicolores. Una muralla natural brilla, debido a los verdes de variados matices desprendidos de las montañas, de los árboles y de los tupidos bosques que lo circundan. Los típicos chalets de madera, con jardines de profusas flores en sus balcones, dan un toque pintoresco a esta campiña. El clima en verano, a pesar de ser algo frío, permite los destellos del sol con más brillo. Remata el paisaje, al fondo, los imponentes Alpes suizos, cuyos nevados coronan este paraíso terrenal. Esta geografía característica ha hecho que en Lucerna también se concentren diversas actividades y eventos que definen la vida cultural y artística de la ciudad.

La ciudad está cortada en dos partes, por un río, el Reuss, que desemboca en el lago. A su vez ambas márgenes están unidas por dos puentes, entre otros, de madera. Estos puentes de sólo circulación peatonal, se llaman el Kapellbruckemit Wassertum y el Spreuerbrucke, respectivamente. De las barandas de cada uno cuelgan unos jardines. Una torre medieval, ícono de Lucerna, se levanta en medio del río. Uno de estos puentes, el Kapellbruke, considerado como el más antiguo de Europa construido en madera, está adornado internamente en su techo con cuadros y pinturas alegóricos a la historia de la ciudad. El principal puente para circulación vehicular se denomina el Seebrucke, que lleva a la zona central, conocida como Centrum City.

El lago de Lucerna, algo para perennizar en la memoria, me causó una paz y una tranquilidad, como pocos paisajes han influido de tal manera en mí. Los cisnes, patos, barcos, lanchas de deportes acuáticos, son la diversión de propios y turistas. Decidimos bordear el lago, antes de encontrar alojamiento. Nos detuvimos en un muelle para apreciar de cerca esta magia lacustre y estos paisajes suizos, que evocan cuentos infantiles. A las 5 p.m., junto con mi esposa y mi padre, almorzamos en el Hotel Restaurante Balm Meggen. Excelente comida y atención al lado del lago y en medio de bosques. Una botella de vino de la región daba un gusto particular a la escena. Al no haber habitación en este sitio, continuamos nuestro recorrido hasta llegar al Hotel Belleuve Au Lac, que traduce “Bella Vista del Lago”. El nombre no podía ser más apropiado, porque de las habitaciones que tomamos, las números 116 y 117, se apreciaba toda esta magia paisajística de Suiza, como si la terraza del cuarto fuera un mirador especialmente acondicionado para tal fin. La dirección la anotaría para un próximo regreso: Gund M. Camen Zind, Seeburgstrasse.

Luego de un descanso, paseamos por el centro de Lucerna y recorrimos sus puentes de madera. Nos esperaba un espectáculo que realmente nos tomaría por sorpresa. El deleite de la mirada no sólo sería de día, sino también nocturno. Conduciendo por las calles de Lucerna, de repente, noté que la circulación comenzó a obstruirse. La ciudad se paralizó en todos sus medios de transporte. No había paso desde el Downtown hacia las márgenes del lago. La gente comenzó a buscar su puesto en los malecones. Nosotros no sabíamos de que se trataba, hasta que nos dimos por enterados que, como todos los años, Lucerna era anfitriona del “Seenachsfest”, así llamado en alemán o del “Summer Night Fireworks”, su denominación inglesa. Es una de las fechas de mayor connotación en el programa del calendario tradicional suizo. Es un festival de fuegos pirotécnicos que constituye uno de los acontecimientos más esperados del año, y uno de los atractivos de mayor deleite para el turismo. Y nosotros habíamos coincidido con él. ¡Qué fortuna! De pronto, durante algo más de una hora, el cielo se viste de gala. Las luces y formas más esplendorosas que uno puede imaginar iluminan las alturas de Lucerna. Los fuegos pirotécnicos trasladan a la noche los vivos colores que se han visto de día. Como en las películas de Walt Disney, cada luz es más encendida y variada que la anterior. Las caprichosas figuras parecen transportar las estrellas al alcance de la mano. En mi vida había visto tanta majestuosidad nocturna.

Amanecer en Lucerna, al día siguiente Domingo 12 de Agosto de 2001, ha sido todo un sueño convertido en realidad. Este es uno de los días más hermosos que he vivido. Salir al balcón de la habitación y contemplar con un sol radiante la vista del Lago de Lucerna, con aquel azul intenso, las montañas de variadas tonalidades verdosas, y en el fondo una hermosa cortina que hacen los Alpes suizos nevados, ha sido un gusto que he experimentado en plenitud. Me he despedido de Lucerna este día. Algo de mí ha quedado en este rincón de éxtasis de Suiza. Algún día vendré aquí de nuevo a recogerlo.

DESDE MI JARDIN

ISAAC VILLAMIZAR

Dios hizo el primer jardín. Después que el Señor formó al hombre, plantó un jardín en la región del Edén, que en palabra hebrea significa delicia. Allí hizo crecer toda clase de árboles hermosos, que daban buenos frutos para comer. En Edén nacía un río que regaba el jardín, y que de allí se dividía en cuatro. El primero se llamaba Pisón. El segundo Guihón. El tercero era el río Tigres. Y el cuarto era el río Eufrates. Dios puso en el Edén al hombre que había formado, asignándole su primer trabajo: el de ser jardinero, es decir, debía cultivar y cuidar el Edén. Es posible que el oloroso jazmín, originario de Persia, haya sido la flor más profusa. El Corán, en el Sura 47, utiliza el término Paraíso. Allí los fieles disfrutan de jardines surcados por ríos de leche, agua, miel y vino, y están servidos por hermosísimas mujeres, las huríes.

En Europa se aprecia una cultura – con pasión extrema – por la jardinería pública y particular. Si en los famosos museos de París, Londres, Amsterdam y Berlín se aprecian las piezas más legendarias y renombradas, en los jardines del viejo continente no es menos la belleza de los ornamentos naturales, que deslumbran en verdaderas obras de arte, a través de los vergeles, y que al paso del viandante adornan campos y jardineras. En las calles de la ciudad luz, los balcones de las ventanas de las edificaciones están pródigamente cultivados con novios. En los jardines internos de los hoteles - en jarrones de fina porcelana- resaltan los lirios, las gladiolas y los girasoles. En todas las plazas públicas de los pueblos que se encuentran en la ruta París – Chartres – Paty – Orleáns, hay espléndidas alfombras de pompón amarillo, campanitas de variados matices, capachos, matas de diferentes tonalidades y barbas de león.

Cuando uno ingresa a cualquier pueblo galo, los primeros atractivos a la vista son hermosas redomas de jardines diseñados con excelente gusto, por el colorido de las flores y plantas ornamentales. Al frente de edificaciones públicas, las autoridades locales han cuidado de cultivar, con total armonía, una mezcla de flores y arbustos, setos y pinos, lo que resulta en figuras geométricas y de animales. El nombre del lugar se escribe con matas de té y en letra cursiva; de fondo le sirven matas de repollito. En las aceras de las calles hay materos con base de hierro, de donde desprenden ramos multicolores. Los postes de la luz presentan cestas de barro y metal, con las mismas flores. En el camino que, en 74 Km, une Tours con Le Mans, a ambos lados de la carretera, hay extensísimos sembradíos de girasoles.

En la frontera entre Francia y Luxemburgo, particularmente en la localidad de Longwy, se aprecian balcones con macetas, barandas de flores rojas y geranios, en mansiones rodeadas de un césped muy bien cortado, donde se alzan hermosos pinos. De los puentes cuelgan campanitas. Con razón la capital Luxemburgo ha sido declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad. A las orillas de los lagos de Lucerna y Ginebra, en Suiza, pintorescos chalets abren sus ventanas con ramilletes rosados, fucsia y escarlata, resaltando aún más el brillo de la madera, que pareciera tablones de chocolate, cual cuento de hadas traído a la vida real. Castillos medievales están rodeados de hortensias blancas, rosadas y lila. Recordando estos paisajes, en el momento de escribir estas letras, me asalta la reflexión de Cicerón: “Si tienes una biblioteca con jardín, nada te falta.”

20061212

PARIS

ISAAC VILLAMIZAR

Procedente de España, y pasando por Burdeux, Orleans y Chartres, llegué con mis padres y hermana, por vía terrestre, a esta capital de Francia el lunes 5 de Agosto de 1974. Entrar a París fue todo un acontecimiento para mí. Era la segunda vez que estaba en Europa, después de haber vivido en Inglaterra durante tres años.

Nos alojamos en el Hotel Surffrent La Tour, muy cercano a la famosa Torre Eiffel y al Hotel París Hilton. Esa tarde fuimos a Notre Dame, habiendo pasado por la Plaza de la Concordia. En la isla de la Cité, pudimos admirar esta Catedral, el monumento gótico más notable de la ciudad, con los tesoros que ella contiene. En la Cité, núcleo primitivo de la ciudad, también se ubica el Palacio de Justicia y la Sainte Chapelle. En una cafetería, en el cercano Barrio de San Miguel, degustamos de un refrigerio.

Al día siguiente, martes 6 de Agosto, dejamos el hotel a las 10 a.m. y tomamos el metro en una estación contigua. Nos bajamos en la Plaza de La Concordia. Allí mi padre nos explicó lo que en esa plaza ocurrió durante la Revolución Francesa. El obelisco egipcio, colocado en su centro, me pareció impresionante. Luego tomamos rumbo hacia el Palacio de Las Tullerías y sus espectaculares jardines. Alrededor de este sector se encuentran los comercios de lujo y las casas de moda de los más afamados diseñadores, de los cuales salen verdaderas creaciones parisienses de la moda femenina y masculina. Regresamos de nuevo a Notre Dame. Admiramos esta Iglesia metropolitana, una de las maravillas de la arquitectura ojival en Francia, cuya construcción se empezó en 1163, sobre las ruinas de una antigua catedral merovingia. Al salir tomamos un taxi, y llegamos hasta la colonia de Montmartre, el punto más alto de la ciudad. Desde este lugar se domina visualmente a todo París. Allí conocimos la Basílica del Sacré Coeur. En la Plaza Du Tertre, área típica de la colina, notamos cómo se dan cita pintores bohemios que retratan los lugares más conocidos de la capital. Adquirimos seis cuadros de esta naturaleza, por el precio de dos francos cada uno. Nuestra ruta después nos llevó a Los Inválidos, cuya cúpula inspiró la construcción similar en la Iglesia de Santa Ana del Táchira. Allí hicimos una detenida inspección de la tumba de Napoleón.

El miércoles 7 de agosto tomamos la vía que nos condujo al Louvre, antigua residencia real, hoy día convertida en uno de los museos artísticos e históricos más ricos del mundo. Es indescriptible la curiosidad que uno siente al ver lo fascinante de tantas piezas de la pintura y escultura universal. A las 5:30 p.m. regresamos al hotel mediante el metro. Ya de noche, tomamos un taxi y nos dirigimos a la Plaza de La Estrella, hoy Plaza De Gaulle, donde se encuentra su Arco de Triunfo, en homenaje a los ejércitos del imperio francés. Por debajo de él descubrimos y leímos el nombre del Generalísimo Miranda. En el Arco de Triunfo concurren las avenidas más anchas y elegantes de la urbe, como la Avenida Foch, la de la Grand Arme y la de los Campos Elíseos. Precisamente por esta última tomamos un paseo. Durante su recorrido compramos dulces por 8 francos. Llegamos a la Plaza de La concordia, donde descansamos, justo en el lugar donde fueron guillotinados Luis XVI y María Antonieta.

El jueves 8 de Agosto, con excelente día, tomamos el Meliá Bus para visitar a Versalles. Recorrimos el palacio y deleitamos la vista con sus preciosos jardines. Luego nos dirigimos al extenso y hermoso Bosque de Boulogne, al oeste de París, donde se encuentran los barrios más elegantes. Entre este bosque, el río Sena que lo limita por el occidente, los bulevares de Periere y Malesherbes y el jardín de Las Tullerías, habita la población más rica de París. El bus nos dejó a orillas del Sena. Aquí embarcamos en un yate para recorrer el río. A su margen derecha se aprecia el núcleo más esplendido compuesto por numerosos comercios suntuarios, monumentos, hoteles e industrias. Sobresalen la Bastilla, la Magdalena, la Biblioteca Nacional y el Teatro de la Opera. En la margen izquierda se aprecia el Barrio Latino, donde radican los principales centros intelectuales, como la Sorbona. También, en este margen, está el amplio Campo de Marte, en uno de cuyos extremos se eleva la Torre Eiffel. En la noche la visitamos y degustamos la exquisita gastronomía francesa en el restaurante que se encuentra en su segundo nivel. Desde esta torre, símbolo de París, verifiqué el por qué se le llama la ciudad luz. ¡Qué precioso es París de noche! Yo me sentía feliz de conocerlo. Su belleza fascinante es por tantos palacios, edificios, jardines y monumentos que hay repartidos por toda su extensión. El viernes 9 de agosto, a las 7:30 a.m. dejamos a París. La nostalgia nos hizo pensar en un regreso a su magia radiante.

LUCES Y VISTAS DE PARIS

ISAAC VILLAMIZAR

París es una ciudad hecha para el placer visual. En toda su extensión, en toda su arquitectura, en todos sus atractivos, esta urbe, en su aspecto turístico, está organizada para disfrutar plenamente de su vistas y de sus luces, llenas de magia, glamour y hechizo. Creo que esta ciudad lo enlaza, lo amarra, lo atrapa a uno de tal manera, que siempre se evoca la necesidad de volver a su encanto. Hay algunos sitios emblemáticos donde este placer se puede sentir con mayor éxtasis. Estar en París requiere de sentarse en las escalinatas del Sacre Coeur, para admirar todos sus puntos cardinales y recordar que allí, en Montmartre, en su camposanto, descansan los restos de Alphonsine Duplessis, la Dama de la Camelias. Recostarse en las paredes de la terraza del Arco de Triunfo, le hace comprender a uno el por qué de la denominación de Plaza de la Estrella, donde este monumento se ubica, y desde donde, cual haz de un brillante lucero, irradia cada una de las avenidas más anchas e importantes de la ciudad.

Quizá de los placeres más agradables que he disfrutado como viajero ha sido el vivido intensamente la noche del 4 de Agosto del 2001. Mi vista contempló tres maravillas que permanecerán imborrables, inmodificables, permanentes en mi memoria. Fue la de hacer un tour nocturno y consecutivo por la Torre Eiffel, el río Sena y el cabaret Lido. Todo comenzó a las 6:30 p.m. cuando, junto con mi esposa y mi padre, llegué a la Agencia Francia Tourisme. Era un placer muy costoso, pero tal vez más nunca tendría otra oportunidad. El boleto, concretamente, incluía una cena en el restaurante del primer nivel de la Torre Eiffel, un paseo nocturno por el río Sena, y la entrada y mesa en primera fila, con champaña, en el espectacular y famosísimo club nocturno Lido.

Era la segunda vez que ascendía a la Torre Eiffel. Estaba engalanada, en toda su altura, con sus reflectores. Por estar en la temporada de verano, aún se podía disfrutar a esta hora de la transición de la tarde a la noche, lo que nos permitió ampliar la visión por los cuatro costados de la torre y ver a París encenderse en ciudad luz. ¡Qué fastuosa se ve la metrópoli desde este primer nivel! A las 8:30 de la noche

la gastronomía francesa nos deleitaba en el Restaurante Altitud 95. Salmón y pollo, junto con vino de la casa, degustábamos al lado del ventanal que nos colocaba a París bajo nuestros pies. Magnífica vista y radiantes luces coronaban este placer.

Ya había hecho el recorrido por el Sena en visitas anteriores, pero era la primera vez que lo hacía de noche. Apreciar París con el esplendor de sus luces desde el río Sena, es algo que sólo puede ser descrito cuando se hace. Pero ello es posible cuando en ambos márgenes van apareciendo los decorados y antiguos puentes, los edificios, palacios, jardines y monumentos íconos, como el Parc du Champ de Mars y la propia Tour Eiffel, los Jardins du Trocadero, el Pont de l΄Alma, el Palais du Tokio y el Musée d Art Moderne, el bellísimo Pont Alexandre III y el emblemático Pont de la Concorde, que da acceso a la plaza homónima, la Asamblée Nationale, conocida también como Palais Bourbon, el Jardín des Tulleries, el Musée d΄Orsay y el Musée du Louvre y, finalmente, en la Ile de la Cite, la renombrada Catedral de Notre Dame. Ver este espectáculo de noche, con música parisina de fondo que se escucha en el yate, y con la descripción histórica, en diversos idiomas, de todas estas edificaciones que se oye en audífono, no puede causar otra sensación que la de una máxima exaltación.

La mujer es siempre digna de admiración. En París, podríamos decir además, es digna de encanto y voluptuosidad. Si esta divinidad se presenta en un escenario exquisitamente decorado y con una variedad de números, donde resaltan la imaginación, el lujo, la elegancia y el buen gusto, estamos nada menos que en el club nocturno más célebre de París y uno de los más reconocidos del mundo, como lo es el Lido. A la entrada, en el pasillo principal lo primero que destella es una inmensa lámpara de cristal. Al lado izquierdo tiendas de souvenirs nos invitan a llevarnos un recuerdo de la noche. El salón es de niveles. Al ubicarse el espectador en la mesa, al lado de la tarima principal, el ambiente se transforma para dar la locación adecuada al espectáculo. Las luces se van desvaneciendo, el piso va ascendiendo, las paredes se van moviendo y el show va apareciendo con toda su galanura. En el entablado exóticas mujeres, escogidas como si fueran diosas, van danzando con mallas, sandalias altas, trajes de fantasía, lentejuelas, canutillos, plumas, tocados y maquillaje de primera. Cada número supera al anterior. No se sabe describir cuál es el más impresionante. El agua, que brota de fuentes multicolores y con chorros de variada intensidad, danza como las bailarinas y dan fondo a la plataforma. De pronto, cuando todos los ojos están concentrados hacia el frente, se oscurece el escenario, y vuelve a encenderse para ver cómo una hermosísima mujer, en nave espacial, vuela por todo el escenario, flotando en el aire como una mariposa, y con luces de efectos especiales.

El punto culminante de todas estas vistas y luces parisinas ocurre cuando en plena madrugada, al salir del Lido, se pierde la mirada en reflejos fulgurantes por toda la avenida ancha y frondosa de los Campos Elíseos, tan agitada y transitada como si estuviéramos en pleno mediodía. Así es París. Así se enciende ella. Así se avista. Así destella la ciudad luz.

CULTURA VIAL EUROPEA

ISAAC VILLAMIZAR

Una de las conductas en la cual se manifiesta el respeto a los derechos de los demás y a las normas, es la que conforma la cultura vial. Conducirnos en la calle, ya sea como peatones, como motorizados o como conductores, es como conducirnos en sociedad. Hacer una maniobra correctamente se asimila a saludar con cortesía. En muchos detalles se demuestra nuestra educación, nuestro sentido común y hasta nuestra prudencia, cuando acatamos todo el sistema que rige el tránsito terrestre.

Asumir el papel de conductor en otros países, como por ejemplo los desarrollados, a veces es bastante complicado, para quienes estamos habituados, como en Venezuela, a hacer lo que mejor nos parezca con un vehículo. Allá se puede realizar sólo lo que está permitido y no lo que se nos antoje. Todos, a pie o al volante, acatan rigurosamente las reglas. Nosotros hemos tenido la ocasión de conducir por las autopistas y carreteras nacionales de Francia, Luxemburgo y Suiza. Es una experiencia aleccionadora sobre lo que aún falta en Venezuela por asumir, en cuanto a una decente cultura vial se refiere.

Lo primero que debemos destacar es que, aunque no es lo mismo manejar en las ciudades que en el campo europeo, en ambas rutas se cumplen las instrucciones correspondientes. En grandes ciudades como París, Orleans, Tours, Le Mans, Reims, Luxemburgo, Metz, Nancy, Basilea, Zurich, Lucerna, Berna, Ginebra, Lyon y Dijon, cada vehículo de transporte (bicicleta, bus, automóvil y tranvía) circula por el canal que le corresponde, sin invadir el del vecino, y a la velocidad permitida. El peatón, que cruza la vía cuando la señal lo indica, tiene prioridad en las intersecciones, incluso cuando la luz verde anuncia el paso vehicular. En Londres la mayoría de los semáforos tienen botones para advertir esta prioridad. No está permitido estacionar el vehículo en cualquier parte, ni siquiera para que baje un pasajero. Sólo se puede estacionar en las calles que tienen parquímetro. El tiquete expedido por esta máquina, que indica la fecha, la hora y la duración, debe estar a la vista en el parabrisa, pues de lo contrario, en cinco minutos, llega la policía a imponer la multa respectiva. También se dispone de grandes estacionamientos, de varios pisos, en los cuales el tiquete entregado por el dispensador automático debe ser entregado a la salida a una máquina que calcula el monto, cobra el mismo en moneda o billete, entrega vueltos y regresa el tiquete, para ser presentado de nuevo al dispensador.

Las calles ofrecen profusa señalización. El acceso desde el centro hacia las carreteras interurbanas o hacia las autopistas, que se identifican con letra y número, está bien orientado por vallas muy informativas. Si se trata de la conducción entre una ciudad y otra, la situación es admirable. Todas las carreteras nacionales, asfaltadas como una seda y por donde es recomendable transitar cuando se quiere conocer en detalle el campo y los pueblos típicos, están perfectamente señalizadas, en cuanto a distancias y conexiones por otras rutas. Si la elección es la autopista, se considera que se utiliza un servicio público, en todo el sentido de la expresión. Los peajes, en muchos de los cuales no existe personal, se dividen en pago exacto, con vuelto, en moneda, en billete o con tarjeta. En Suiza, por ejemplo, al ingreso del país, se cancela una calcomanía, que se pega al parabrisa y que permite la circulación por todas las autopistas. En Alemania se considera que conducir a menos de 80 Km/hora por autopista es una infracción, porque impide la rápida circulación. Cada 20 Km., en ambos sentidos, se encuentra un parador, con baños relucientes y artículos para bebés. Hay hotel con todas las comodidades. La gasolina self service se paga en la tienda, ante el computador, la cual indica el dispensador utilizado, la cantidad surtida y el monto correspondiente. En esta tienda se consigue desde una aguja, hasta la comida más variada, lista para consumir.

Francamente, no es fácil conducir en Europa cuando se tiene adoptada una cultura vial distinta. Pero cada vez que se hace, ello es no sólo edificante, sino una muestra de la alta responsabilidad que se tiene en la calle, cuando se ejerce y se respeta el derecho al tránsito.

20060918

Viena

ISAAC VILLAMIZAR

Viena es una de las ciudades más hermosas del mundo. Su arquitectura, sus edificios suntuosos, sus parques, sus bosques, sus avenidas sus museos, su vida musical, sus manifestaciones culturales, su historia, su carácter cosmopolita, la hacen un atractivo que complace al más exigente de los viajeros y una estadía obligada de cualquier recorrido europeo. Con sus más de un millón seiscientos mil habitantes, concentra el 25% de la población austriaca. El Danubio, que lamentablemente no es azul, pero que separa el anillo Ring que concentra el centro histórico, de la urbe moderna e internacional ubicada en Donaustad, riega el valle de esta cuenca panoniana.

Era la segunda vez que me encontraba en esta capital, entre el 3 y 6 de Septiembre de 2001. El city tour puede hacerse en coche tirado con caballos (lo que es más recomendable), o con una visita guiada en autobús, pagando 30 euros. Yo lo hice en ambos. Sin embargo, es una delicia turística recorrer las 7 cuadras del bulevar peatonal Karntner Strasse, en el Distrito 1, de los 23 que tiene la ciudad, y que van desde la Opera de Viena hasta la famosa Catedral de San Esteban. Este Domo, que domina la panorámica central y que impresiona por su arquitectura gótica, exhibe un techo con huella propia, con sus rayas verdes y amarillas. Iluminada adecuadamente de noche, la torre más grande y alta, en forma de lanza, se convierte en símbolo de Viena. Internamente, desde la puerta gigante hacia el Altar principal, donde destaca un óleo de San Esteban, se van apreciando coloridos vitrales, las capillas de Santa Bárbara y de San Eligio, el Coro con el órgano que produce una acústica maravillosa, una estatua en mármol de San Cristóbal, en su nicho a la entrada del Altar Mayor, y una hermosa imagen de San Sebastián, muy asaeteado y atado al tronco.

Al transitar la Avenida Ring van apareciendo las imponentes edificaciones y bellísimos jardines del Palacio Imperial, las estatuas de Karls, del Príncipe Eugenio y de la Emperatriz María Teresa; el Museo Histórico, el Museo de Bellas Artes y el Museo de Ciencias Naturales; el Hofburg o Palacio de la Emperatriz Elizabeth y sus aposentos imperiales vistos desde el exterior con magníficas estatuas; el Parlamento, inspirado en los templos griegos, y presidido por una majestuosa estatua de Palas Atenea; el Rathaus o Municipalidad; el Teatro Nacional, la Universidad, la más antigua en lenguas germánicas, y el Votivkirche, frente al Sigmund Freud Park. Y así sigue esta ruta por el periférico circuito de la Avenida Ring, muy ancha, donde el vienés disfruta de los más señoriales, antiguos y famosos cafés de la ciudad, así como los más importantes locales comerciales.

Merecen ser visitados la Iglesia Escocesa, la calle y monumento de Marco Aurelio, la casa donde Mozart dio un concierto a los 6 años, en la Plaza Amhof y la casa donde Beethoven vivió diez años, en la parte más antigua de Viena. También es preciso conocer el Stadt Park, construido en el siglo XIX, donde se levantan estatuas de Schubert y Johan Strauss. Al pasar el río Viena, se llega al famosísimo Palacio Schonbrunn. Sus jardines y fuentes, en las que resalta la dedicada a Neptuno, contrastan con su pintura exterior ocre. Los fastuosos salones y habitaciones donde vivió la Emperatriz María Teresa, están lujosamente decorados con infinidad de tapices, cuadros de la familia imperial, jarrones chinos, espejos, frescos y vistosas lámparas en el techo, pisos de madera y detalles de decoraciones especialmente traídos de China y Brasil. Este es, en una excursión que transporta nuestra imaginación, el encanto de Viena.

20060917

VIDA, OBRA Y MUERTE DE VAN GOGH

ISAAC VILLAMIZAR

La muerte llega a todos por igual. A ricos y pobres. A virtuosos y pecadores. A felices y desdichados. Como afirma Fernando Savater, ella es “fatalmente necesaria, perpetuamente inminente, íntimamente intransferible, solitaria…” Muchos conocen la gloria durante su vida. A otros les llega después de la tumba, sin disfrutar de sus mieles. El miércoles 15 de Agosto de 2001, junto con mi esposa y mi padre, visité la villa francesa de Auvers Sur Oise, a 35 Km. al norte de París. Dos motivos tenía yo para ello. El primero era conocer las raíces del apellido homónimo de mi esposa, Auvert. El otro era respirar el ambiente donde vivió sus últimos días uno de los grandes genios de la humanidad: Vincent Van Gogh.

Auvers Sur Oise es un pequeño poblado a orillas del apacible río LOise. Casas típicas de la campiña francesa y calles decoradas con impactantes flores, hacen del lugar una verdadera postal. No en vano el artista holandés la plasmó en 1890 en el cuadro “Vista de Auvers”.

El Chateau de Léry es un gran castillo, con jardines cuidadosamente ornamentados, desde donde se domina una magnífica vista del pueblo. Al frente de la municipalidad, denominada Hotel de la Villa, se encuentra el Albergue Ravoux, ahora llamado “Maison de Van Gogh”, donde llegó el 20 de mayo de 1890 y se hospedó en sus últimos días de existencia el famoso pintor. Subiendo hacia las colinas del pueblo se pasa por la Iglesia, también retratada por Van Gogh, con campanario viejo, altos vitrales y paredes que parecen conservar muchos años de plegarias. Rematando las colinas y donde se abren extensos campos de sembradíos de trigo, esta el cementerio. Gran curiosidad llevaba por acercarme a la tumba del pintor. Pero…¡Qué sorpresa! Mi asombro no tenía límites. Me encontré, al lado de una de las paredes perimetrales del camposanto, con una corroída y enmohecida lápida, que tiene la inscripción: “Ici repose Vincent Van Gogh, 1853-1890”. Con similar lápida e inscripción se encuentra su hermano Theo. Una frondosa enredadera y algunas espigas de trigo ofrendadas por admiradores, son todo lo que compone la obra que guarda los restos del genio. Pensé de inmediato sobre la vida, obra y muerte de la gente. En este caso, reflexioné sobre la vida miserable, enloquecida y desafortunada de Van Gogh, que al suicidarse en Auvers Sur Oise, sin un centavo en el bolsillo, estaba enterrado en la forma más pobre y ruin, tal como habían sido los últimos años de su vida. Las espigas de trigo del pueblo, símbolo de riqueza, en su tumba, me recordó el contraste de esta vida con las glorias y fama de sus pinturas.

Cuando días luego, el viernes 24 de agosto de 2001, visité el Museo Van Gogh, en Amsterdam, donde se exhiben y se cotizan en miles de millones de dólares sus óleos, entre ellos 8 cuadros pintados en Auvers Sur Oise, y cuando también recordaba que en el Museo D ́Orsay, en París, al lado de otros grandes impresionistas, se muestran otros de sus cuadros de valor incalculable, mi tristeza fue aún mayor. ¿Era posible que la Fundación Van Gogh, que administra el museo de moderna arquitectura holandesa, no hubiera destinado parte de los fondos que ingresan por entradas, a darle una visión decente a la tumba de quien produce tanta fortuna?. Pero volví en mis pensamientos.

Así es la vida, la obra y la muerte de muchos genios. Incomprendidas, enfermas y oscuras en su ser. Admiradas, invalorables, productivas y frenéticas en su accionar. Olvidadas, abandonadas y rechazadas en su agonía.

20060916

Brujas

Isaac Villamizar


Brujas es una de las ciudades más románticas de Europa. Sus pequeños puentes, sus canales y sus cisnes, entre otros elementos, la hacen ciudad encantadora. Como tesoro escondido que se va descubriendo, las carretas calesas y barquitas que recorren los lugares más pintorescos de Brujas, nos recuerdan un cuento prodigioso que comienza por: “Erase una vez...” En mí permanecerá como una hermosa estampa la visita que hiciera a Brujas el miércoles 22 de Agosto de 2001. Desde Bruselas, la capital de Bélgica, se puede tomar un autocar, que en hora y media hace el traslado a este rincón de hermosos encantos.

En las riberas del Zwin nació como pequeña colonia, entre los siglos VII y IX. Los primeros habitantes que buscaron refugio en el lugar lo llamaron “Briggia”. Alrededor de esta plaza-fuerte, denominada “Brug”, construida por los Condes de Flandes, se desarrolló una ciudad que, gracias a su enlace con el mar, se convirtió en emporio comercial. Su importancia hizo que dichos Condes residieran en ella y acuñaran su propia moneda. En la Edad Media Brujas adquirió un carácter residencial, con un brillo grandioso, por la presencia de los Duques de Borgoña. Ello la convirtió en una ciudad fastuosa y en centro artístico europeo. A partir del siglo XIV tuvo el auge del hierro forjado, de la tapicería y del bordado. Brujas internacionalmente es conocida por su producción y comercio de encajes. Nacida del mar, Brujas recibió de éste la prosperidad social que requería para la conservación de su inestimable patrimonio. La presencia del agua en todas partes hace de este rincón de Bélgica una postal inolvidable.

La ciudad tenía siete puentes de entrada, que en la actualidad quedaron reducidos a cuatro. Sus canales fueron hechos por Luis XIV. El paso vehicular está restringido en sus calles centrales, por lo que es necesario visitarla a pié. El centro de Brujas – literalmente hablando – lo conforman el Ayuntamiento y la Plaza Mayor. El campanario de la municipalidad y su plaza cubierta fueron construidos hacia 1240. Servía de sala de reunión para los magistrados de la ciudad. Su torre de piedra, símbolo característico, data del año 1300. A su pie se encuentra un balcón, desde el cual las autoridades anunciaban las leyes y prescripciones de los mercados, entre los siglos XIV y XVIII. Encima de este balcón se encuentra la estatua de Nuestra Señora, Notre Dame, que, al igual que las otras 600 estatuas de la virgen, diseminadas por todas las calles del poblado, son verdaderas piezas de arte. La Plaza Mayor es una de las más hermosas que han visto mis ojos. Es un verdadero éxtasis contemplarla, rodeada de diferentes casas con fachadas muy coloridas, en forma de escalera. Su parte oriental está ocupada por los hermosos edificios del Gobierno Provincial y de la Oficina de Correos, ambos de estilo gótico. En esta plaza, la más importante, se echaron las bases de la vida económica, política y social de Brujas. Los caballeros defendían en ella sus títulos de nobleza, los pescadores levantaban sus puestos de venta, allí se discutía sobre la industria textil y el pueblo luchaba por su libertad. En esta plaza se veían la horca y la guillotina. Hoy, una magnífica fuente y una estatua de piedra y bronce del carnicero y tejedor de la ciudad, fervientes combatientes independentistas, destacan en su medio. Estuve más de media hora girando mi vista alrededor de la plaza. Al recorrer en barca los canales de Brujas, que se denominan “los canales del amor”, se aprecian las construcciones medievales aún mantenidas, con balcones de madera y preciosas jardineras. Los puentes viejos de piedra y las cuatro puertas con las murallas que dan acceso a la ciudad, nos transportan a épocas lejanas.

Numerosos objetos de bellas artes conforman el rico y variado patrimonio artístico de Brujas. Destaco dos obras que me impresionaron, ambas en la iglesia de Nuestra Señora, levantada en el siglo IX. La primera, la imagen de la Virgen y el Niño, esculpida en mármol de Carrara por Miguel Angel, una de las creaciones más raras de este artista, que se encuentra fuera de Italia. La segunda, el espectacular púlpito de roble, esculpido en 1743, con diversas figuras barrocas.

Brujas es un hechizo de arte, de arquitectura y de paisaje.

20060910

DIANA Y SU ANTORCHA

ISAAC VILLAMIZAR

El 31 de Agosto de cada año se cumple el aniversario de la muerte de Diana de Gales. Mucho se ha escrito sobre su corta vida, pasajes de cuentos de hadas, en unos momentos, e infierno soportado en medio de la opulencia, en otros. Mucho también se ha dicho sobre su muerte, rodeada aún de especulaciones por las circunstancias en que ocurrió. No es mi propósito, en estas líneas, agregar más a ello. Sólo quiero expresar los sentimientos que pueden aflorar ante una existencia tan contrastante como la de la princesa Diana, que hacen filosofar sobre el significado y efectos de dos acontecimientos ineludibles y tremendamente humanos: la vida y la muerte. Y la mortalidad de Diana es un excelente ejemplo para este análisis. Comienzan mis reflexiones el jueves 16 de Agosto de 2001, fecha en la cual, según reporta mi Diario de Viajero, tuve la ocasión de encontrarme en el Puente y Túnel del Alma, en la ciudad de París, justo a orillas del Sena. Lugar dramático éste, por ser donde oscureció la vida de Diana, al quedar incrustado en los barrotes del túnel el cuerpo magullado de la princesa. Allí hay una simbología extraordinaria. Sobre Le Pont de l Alma se aprecia una pequeña plaza, donde se levanta la llama de la libertad, réplica exacta de la flama de la Estatua de la Libertad, ofrecida por el pueblo francés al norteamericano. Es que la vida no nos hace libres, sino que desde su comienzo nos trae un nudo que nunca se desata, que es la muerte. Allí se congrega en el monumento, fotos, reproducciones de revistas y mensajes que los visitantes dejan estampados sobre la vida de Diana. Igual ocurre en los muros del túnel, donde en graffitis sus admiradores expresan espontáneamente sus sentimientos y recuerdos para la princesa. Pareciera que a través de esa antorcha se va quemando y a la vez va emergiendo toda la alegría y dolor que su personaje ha dejado en los corazones de sus súbditos. Es que Diana, desde las aulas del preescolar, donde modestamente impartía instrucción, pasó a las mansiones de la opulencia, de los palacios reales. Tal vez con ello se preparaba para morir. Porque Séneca admitió que el mejor tiempo para morir es en plena prosperidad. Quizá el destino quería hacerle vivir intensa y brevemente la felicidad y la miseria humana. Aunque morir más temprano o más tarde, según el mismo Séneca, es cosa de poca importancia, pues lo que interesa es morir bien o mal. Tal vez en poco tiempo Diana comprendió que la vida puede ser un infierno que se debe soportar y salvar, para buscar luego la anhelada felicidad. Como lo expuso San Agustín, ¿qué otra cosa es una larga vida sino un largo tormento? Es posible que el mismo destino, luego de sus amarguras, le estaba dirigiendo al verdadero día de su exaltación, en un oscuro y transitado túnel parisino. Porque el mismo San Agustín advirtió que la vida feliz no puede ser otra que la eterna, donde no hay muchos días felices, sino uno solo. Concluyen mis cavilaciones en la inmensa tienda por Departamento Harrod´s, en el sector de Knigtsbridge, en Londres, propiedad de la familia Al Fayed, que visité el 20 de Agosto siguiente. En su sótano, especialmente acondicionado, se conserva un Memorial con las fotos de Diana y Dodi, en dos aros entrelazados, y en medio de fuentes y esculturas de aves silvestres y marinas, para también representar la libertad. Resalta el anillo de compromiso que es una estrella de piedras preciosas, de cuatro puntas, y las copas con las que brindaron la noche de su muerte en el Hotel Ritz de París. Recordé, entonces, al poeta Jorge Manrique: “Partimos cuando nacemos, andamos mientras vivimos, y llegamos al tiempo que fenecemos, así que cuando morimos descansamos.”