20070211

El Castellano

ISAAC VILLAMIZAR

El idioma es un instrumento de unión, de paz y armonía entre los pueblos. Remota ha sido la ambición de utilizar un idioma común. La cristiandad medieval estuvo unida por el idioma oficial, el latín, que se empleaba para todos los asuntos internacionales. Pero el campesinado, inmerso en su propio mundo, apenas consciente de la existencia del país vecino, hablaba en sus dialectos locales. En los siglos XVII y XVIII el francés se impuso como idioma de la sociedad culta, desde Moscú hasta Madrid. Y en 1889, el oculista polaco Ludwig Zamenhof inventó el esperanto, en búsqueda de un idioma artificial para todo el orbe.

En cuanto al idioma castellano, éste sustituyó paulatinamente a las lenguas vernáculas de las regiones conquistadas y colonizadas. Fue uno de los principales elementos integradores que permitió la unificación cultural de los pueblos de Hispanoamérica. El idioma castellano es un derivado del latín, cuya estructura conserva en lo esencial. Llegó a España con los legionarios y colonos romanos en el siglo III a.c. Comenzó a formarse en la antigua Cantabria, y ya estaba en proceso de convertirse en lengua romance en la época de la invasión morisca en el 711. Al contacto con las lenguas ibéricas sufrió varias alteraciones, como la sustitución de la f inicial por la h aspirada (farina por harina). También se modificaron sonidos como las letras b, d, g, s, v. Las terminaciones arro, orro y urro son de origen vasco. La terminación iego proviene del celta aecu.

De los romanos el castellano adquirió unas 800 palabras germánicas y unas 4000 voces árabes, muchas de las cuales se reconocen por el prefijo al (alfiler, algodón). El establecimiento del reino de Castilla, a mediados del siglo X, con capital en Burgos, la Toma de Toledo en 1085 y la Reconquista, extendieron el castellano por toda la Península. Probablemente hacia el año 1140 apareció el primer gran monumento de la literatura castellana, que canta las gestas de Rodrigo Díaz de Vivar, el famoso Poema del mío Cid.

En los siglos XII y XIII el idioma castellano, que es el vínculo cultural más importante de la tierra ibérica, tuvo una marcada apropiación de términos franceses y luego asimiló numerosos italianismos. Alonso X, el Sabio, rey de Castilla y León, reemplazó el latín por el castellano en su cancillería. Al consolidar los Reyes Católicos la unión de Castilla y Aragón, en 1474, el castellano se convirtió en el idioma nacional de España.

Serán los místicos y los grandes líricos del siglo XVI, quienes contribuirán grandemente a la fijación de este idioma. A partir de este momento el castellano, al mismo tiempo que pasa a ser “español”, se convierte en idioma universal. Aquí es cuando adquiere, en lo esencial, su actual estructura. Se constituye definitivamente el sistema fonológico del idioma moderno, con la eliminación de las oposiciones sorda y sonora de las silbantes medievales, el nacimiento de la jota y zeta, así como el seseo andaluz e hispanoamericano. Su expansión en América le obliga a ampliar, de forma extraordinaria, su léxico, ante la necesidad de darle nombres a un mundo rigurosamente nuevo. isaacvil@yahoo.com