20060906

Jardines de la Ciudad

Isaac Villamizar

Una ciudad sin jardines, sin fachadas y calles ornamentadas, sin fuentes multicolores, sin colorido y matices en sus calles, no es una ciudad. Así como las damas se adornan y se engalanan con hermosos vestuarios para resaltar su belleza, así las ciudades se ornamentan para exhibir a propios y visitantes su arreglo y su cuido.

Desde hace una veintena de años, Francia ha redescubierto sus parques y jardines. Este interés, cada vez más acusado, se percibe como un auténtico fenómeno social. La moda del arte de la jardinería, es causa de muchas creaciones y restauraciones en los jardines históricos. Los castillos y monumentos son los primeros favorecidos. Jardines medievales, jardines renacimiento, jardines a la francesa y a la inglesa, jardines contemporáneos o paisajísticos, según su estilo, acompañan a castillos, museos y monumentos. En temporada, estos se animan con visitas temáticas, exposiciones-venta de plantas raras o medicinales.

Al tener la fortuna de conducir un vehículo por la ruta París-Chartres-Orléans-Valle del Loiré-Blois-Amboisé-Tours, como viajero nos hemos deleitado con el espectáculo que uno se encuentra en cada ciudad, en cada villa, en cada población de la campiña francesa, que constituye la forma en que ornamentan las calles, plazas, jardines y monumentos de cada una de ellas. La profusión y colorido de flores es de tal naturaleza, que estas postales se impregnan, como aroma, por siempre en nuestra memoria. Cada lugar resalta por la decoración de sus calles, con capullos, botones y pétalos multicolores, todas ellas naturales, que dejan al viandante y habitante encantado por la mezcla de estas filigranas. El atractivo principal es el ingenio y la creatividad de paisajistas, diseñadores y arquitectos que se unen para lograr una verdadera y maravillosa obra de arte. Parece que en cada villa se hubiere decretado, como cuestión de honor, que sus calles y plazas deben mostrar una mini montaña de flores variadísimas, rematando en sus bordes cenefas intercaladas con colores diferentes. Los postes de alumbrado, a sus extremos, cuelgan materos de barro y plásticos, desbordados de flores. En la entrada de cada localidad se encuentra una plaza, donde está identificado el nombre del sitio con plantas y flores, junto con figuras como focas, liras, arcos, fuentes y cascadas, todo ello rodeado de mini jardines. Los balcones poseen en sus ventanas hermosas jardineras con pinos pequeños. San Cristóbal puede tomar este ejemplo. Tenemos gente talentosa. Los arquitectos y estudiantes de la UNET, diseñadores, paisajistas y urbanistas, pueden constituir un extraordinario grupo para darle brillo a la ciudad con jardines impresionantes. Los corredores de Angaraveca, Mesa de Aura y El Fical pueden proporcionar campanitas, pompón, bella las once, trinitarias, chocolata, varitas de san José, rosas, gladiolas, girasoles, margaritas y hortensias, las mismas flores que uno ve en Francia. Las particularidades de nuestro terreno y la climatología nos ayudan. Tendríamos que agregar una buena dosis de conciencia para cuidar y respetar estos jardines. Cantaríamos, entonces, que no sólo el campo está florido, con aromas y colores…sino que llegó la primavera a nuestra ciudad.